Reflexionando

Hacía más de media hora que las clases para la mayoría del alumnado se habían terminado, algunos –los más se asemejaban a una vaca, también- se encontraban cenando cuando rodeaban las nueve de la noche. Algunos otros estaban en sus respectivas habitaciones o por la Sala de Descanso, cuando Carter, siempre siendo esa manzana especial de un árbol, perdón, esa perfecta manzana especial de un árbol, se encontraba en el Salón de Artes Musicales.

Llevando aún lo que quedaba de su uniforme, llámese, pantalones, corbata desecha, y camisa por fuera algo desabotonada con las mangas arremangadas, no parecía molestarle no ir a Cenar aquella noche, siempre y cuando se mantuviera tocando su preciada guitarra. Esta, ocupaba el segundo lugar dentro de su TopTwo de cosas perfectas en el mundo. En donde él, encabezaba la lista.

Siguiendo el ritmo de una canción bastante fuerte, Carter pasaba el rato sentado en la mesa que ocupaba el profesor con las respectivas partituras en frente. Después de todo, así, como algunos colapsaban estallando en los desayunos, quemando cosas o llorando como histéricos por las noches. Carter, reflexionaba, dentro de todo, escuchando el sonido que el mismo provocaba ante los acordes de su guitarra eléctrica.

Ya cuando marcaban más o menos las diez de la noche aproximadamente, suponiendo así, que todos caminaban hasta sus Habitaciones, el moreno, comenzaba a dar por hecho que ya nadie lo iba a molestar, sintió como un par de pasos se detenían tras la puerta. Carter, suspiro, inconcientemente molesto por la interrupción dejando de tocar lo que le quedaba de canción. –Oh vamos, ya sé que hay alguien ahí. Tengo cara, pero no soy estúpido.- Murmuro alzando la voz, con cierto tono de cansancio y molestía. Y no precisamente de un cansancio físico, se trataba esta vez.

Había sido tan solo un momento, de paz el que podía el moreno. Tan solo un momento, que se vio rápidamente irrumpido por alguien que se ocultaba tras la puerta. Luego de agachar su vista molesto, sin despegarla del suelo había optado por no alzar la vista en ningún momento. Escuchó la voz soñadora que se le dirigía. Como no reconocerla. Era Kakao, la chica del “Grupo del Ratón” que lo había imitado el primer día de clases. Desde ese entonces era una de las pocas, con la que no había vuelto a toparse.

Inconcientemente no le había dirigido la palabra de inmediato, una parte de él, quería gritarle y decirle que se largara, que aquel era su espacio. Que se buscara otro. Pero un lado, el más fuerte, no lo hizo por temor a herir los sentimientos soñadores de la rubia. Carter, podía tener muchísimos defectos, defectos que no aceptaba, claro, pero después de todo no era mal educado.

El moreno alzó la vista, observando ahora a Kakao, quien le pedía perdón. Le tomó un par de segundos, aceptar que su momento de ermitaño ya no estaba, después de todo la chica ya estaba sentado en frente suyo. –No importa. Ya estaba por irme.- Le había dicho, con un tono más masculino y sereno que nunca, mintiendo. Le encantaba hacerse notar por su talento con la Guitarra Eléctrica. Siempre y cuando fueran canciones más fuertes y pesadas como lo que solía oír, y no, precisamente lo que en esos momentos tocaba. Una canción que le había enseñado su hermana mayor. Patético.

Estaba sacándole la guitarra que la tenía sujeta pasándola por sobre su hombro, cuando cayó en la cuenta de que la rubia no se iba a mover tan fácilmente de ahí. Y le dio prácticamente pena verla ahí esperando. –Pero, creo que me podría quedar un poco. Sin embargo, no creo, querer volver a tocar la guitarra.- Puntualizó, antes de que casi por inercia, escuchará un murmuro de su compañera que le insistía volver a tocar. –Aunque… ya, bueno ¬¬, está bien.- Dijo Carter arrastrando las palabras. Se paro de la mesa del profesor, situándose ahora, en una de alumnos, al lado de donde estaba situada su compañera. En cosa de segundos las vibraciones musicales, volvían a salir de la guitarra de Carter.