En lo prohibido...

-¿Soledad? ¿soledaaad? ¡soledaaad! ¡Dónde estás!...-

Era la lo que tatareaba camino a un lugar donde pudiera encontrarme con mis pensamientos. Amaba la idea de ser realmente diferente pero en aquel lugar lleno de personas como yo; no me sentía muy especial. Durante el día conocí, y hablé con varias personas, pero yo buscaba solo a una… Mad mi hermana. Al no encontrarla decidí ir en busca de un lugar a solas.


Me hallaba en una de las ventanas dentro del instituto cuando fijé la vista en lo prohibido; el bosque. Inmediatamente dentro de mi pequeño corazón brotó ese sentimiento de aventura que poseen los niños de diez años al jugar con sus espadas o al creer que pueden viajar en una nave espacial. No dudé, di rienda suelta a mi liviano trote; de pronto me hallaba en la entrada a un misterioso, pero encantador (por lo menos a mí vista) bosque, tenía un verde musgo intenso, pero ese toque púrpura que le ofrecía la noche fue lo que me maravilló.


Me adentré en ese mágico lugar, de pronto, hallé mi lugar perfecto, un gran árbol con una gruesa rama, Lo cual ofrecía un lugar perfecto para que me recostara, corrí hacía mi nuevo espacio y me senté.


-Al fin te hallé placer escondido: soledad.-

Cuando creí que la plenitud existía, escuche lo que parecía una rama quebrajándose y posteriormente una sombra apareció, el gritó sordo que proferí… solo pudo ser oído por mis pensamientos que se hallaban llenos de aquellas tétricas historias sobre desapariciones adolecentes… y cuerpos descuartizados.

A pesar de que todos sus "nuevos compañeros" se quejaban por esto o por esto otro, de aquel lugar, para el moreno eran unas vacaciones todo pagado en Moon City con excentricidades que ninngún humano "normal" se hubiera podido imaginar. El hecho de estar lejos de sus amigos, su equipo de futbol, y numerosa familia era algo que podía llevar para sus adentros, en tanto se dedicaba feliz por la vida haciendo bromas o divirtiéndose por algún rincón del Instituto.

Carter era como esos tipos que los ves por todas partes, que a penas te das la vuelta esta en frente tuyo, y es que, la energia que el moreno tenía era inalcanzable y eso que aquello no era su poder. Habían transcurrido los días y sin embargo, un interesante lugar le quedaba aún sin visitar, era el supuesto Bosque Prohibido, y como Prohibido era el segundo nombre de Carter sentía la obligación de ir a recorrerlo en aquel mismo momento.

Era como un niño frente a sus regalos de navidad, cuando le contaron todas esas tontas historias sobre los niños descuartizados y blablabla, sin embargo le servían parar molestar y el tema en si, le causaba gracia. Ya, la idea de los poderes era poco creible, ¿Pero eso? No era más que algo para asustar. Y así, tal y como lo pensó, el moreno salió de su Habitación para ir hasta el Bosque, con su sonrisa típica de "Ganador" saludando a todo aquel que ya se le hacía conocido, y con esta actitud siguió caminando solo hasta el Bosque con algo de frio por el hecho de llevar consigo solo un polerón.

Una vez medio internado en el frondoso lugar, se topó casi, frente a frente con una cara que juraba a ver visto dentro del Instituto hacía menos de dos minutos (su gemela xD). -¡Eh! ¿Tú no estabas dentro hace unos segundos?.- Preguntó ante su sorpresa alzando una ceja, inevitablemente, en tanto se dirigía a la chica. -Wow, pero ¿Por qué estás más asustada tu que yo, ah? Yo soy el que estaba viendo visiones y eres tu la que estás verde. ¿Sucede algo?- Comentó con expontaneadad sonriendo retorcidamente en tanto se apoyaba en un árbol.

Luego de ver que nada anormal le sucedía a la chica y que era simplemente el efecto que él causaba en la población femenina, el moreno, sin dejar de lado su sonrisa llena de diversión, se apoyo en el árbol que tenía a sus espaldas, teniendo en cuenta ya, que pronto no se iba a mover se fuera o no, la rubia del bosque. Aunque Carter, ya tenía más que claro que tampoco ella se iba a mover. No cualquiera tenía la suerte, la dicha, de compartir un momento “a solas” con el moreno.

Levanto una ceja, al oír las frases de su compañera de extrañezas, las que solo provocaban en Carter que su sonrisa incrementara. -¿Cómo que? ¿Por qué que? ¿Desde cuan… que? – Se burló amistosamente, si es que uno se puede burlar de alguien sanamente, de la castaña por sus palabras. Sabía que todo lo que él hacía, no dejaban de molestarla, pero para el moreno no era más que una escena divertida. Después de todo, él jamás, se alteraba. - ¿Que hago aquí? Bueno, este sigue siendo un país libre. Puedo estar donde quiera. Y que yo sepa son… ¿las siete? No muy tarde como ir a dormir. ¿O para ti está mal así? – Le termino preguntando sarcásticamente, aún divertido.

Luego, la chica aún sobre-exaltada, le reclamaba el por que de su risa, pero es que, si se hubiera visto a si misma lo habría entendido, en ese momento el moreno había optado sabiamente (xd) en aguantarse su sonrisa pícara adoptando una posición más seria. -¿Una gemela? Ya ella se llama Charlotte. ¿Y tu?– Murmuro Carter, imaginándose a las dos con frases histéricas. No >< mejor no, eso sobrepasaba su paciencia. Ya se había aguantado una sonrisa, pero ¿Dos? Imposible. Rió por su comentario en busca de la soledad. ¿Cómo tan ingenua? -¿Buscabas la soledad? Já! Ilusa. No lo sé, pero CREO, y solo CREO, que estamos en una casa aislados.- Comento en un principio con sarcasmo. - En donde, si quieres estar sola. Debes caminar y caminar, hasta el fondo del bosque, y lo más cercano que te encontraras a la soledad, será compartir con una decena de cadáveres.- Comentó sacando a relucir la “supuesta” leyenda, quería ver que tanto se podía entretener con las historias.

Carter pasó su mano por su frente hasta alcanzar su cabello, para peinárselo un poco más, inconcientemente en cosa de segundos. Era como uno de esos tics que tienen todas las personas, de las que no se dan cuenta que hicieron. En tanto la chica se presentaba por el nombre de Raphaelle. –Y… ese nombre es; ¿Francés? ¿Italiano? - Había alzado la voz el moreno sonriente como si los temas culturas, fuera de suma importancia en su vida. Sin embargo. - ¿…Indígena?- Termino sin poder evitar soltar una sonrisa tipo White and Shine. En cosas de segundos ya había categorizado a su compañera como un “buen blanco de bromas”, y no precisamente por que fuera fea, si no que por sus reacciones extrañas.

Evitando soltar una sonora carcajada, Carter, oyó sin emitir palabra alguna lo que decía su compañera. Encontraba, honestamente, que esas emociones naturistas, estaban para los que comían de esa cosa verde. No. La de Popeye no. La otra cosa verde. -Ahh, entiendo.- Le contesto en un principio asintiendo con la cabeza seriamente, cuando el silencio había tocado a la puerta. –Ramas, libertad y un lugar mágico. Con que estoy delante de una Hippie. “Paz y Amor Rapha”.- Dijo ahora, dándole un sobrenombre al a chica, en tanto le hacía énfasis a su comentario con los signos de paz en los dedos, alzándolos. En el mundo de Carter, esas cosas como cuidar el medioambiente, disfrutar de la naturaleza, respirar aire puro, “cautivarse con las ramas” y bla bla bla… eran cosas inservibles, que no estaban en el Carterliano. Él idioma del moreno.

Observó a su compañera, y notando la seriedad incrustada en su mirada, suspiro bajando por segundos la cabeza. Luego, mirándola sin quitar la diversión en su grisácea mirada, se rectificó. –Bueno, ya lo siente. Es que >< Eres muy burlable. Soy Carter, Carter Storm.- Se presentó siento tal y como de verdad podía ser ya más alejado de las burlas. Dentro de lo que podía, ser tranquilo y serio, incluso, tomo la mano por medio segundo de su compañera y se dejo caer a los pies del árbol en el que había estado apoyándose, antes. –La verdad es que venía, por que… verás, tengo esa “habilidad” de convertirme en animales. Y como dentro de la Cárcel a no todos les gusta ver perros con dos cabezas, o gatos sin cola, tuve que salir. Aún no soy un experto en eso de controlar el poder.- Se sincerizo con bastante tranquilidad, no le molestaba contarle a cualquier persona, en que se había convertido tras la bomba.